Distorsión de la imagen Corporal
La preferencia por el atractivo físico es universal. Arreglarse para realzar el aspecto físico con ropas, joyas, peinados, cosméticos, etc. eleva a las personas su autoestima y les da orgullo de su imagen física. Esto es común a todas las culturas. Sin embargo, en la medida en que los mensajes culturales sobre el atractivo físico se “interiorizan” y actúan como ideales personales, pueden afectar de forma adversa a la evaluación de nuestro aspecto físico. Las personas atractivas no necesariamente están satisfechas con su aspecto, ni las personas menos agraciadas son inevitablemente infelices con el suyo. Las percepciones, las creencias y los sentimientos pueden determinar la imagen corporal más que las características físicas reales.
La insatisfacción con la imagen corporal puede tener efectos devastadores sobre la salud psicológica y física. Una imagen negativa y una excesiva preocupación por la figura y el peso son rasgos cardinales de los trastornos alimentarios, aunque no la sufran todos los que padecen este trastorno. Al mismo tiempo, la distorsión de la imagen corporal no es exclusiva de los trastornos alimentarios. También se encuentra en los desórdenes neuropsicológicos, el trastorno delirante y el trastorno dismórfico corporal.
¿Qué es la imagen corporal? y ¿A qué llamamos problemas de imagen corporal?
Según Schilder (1935) es “la imagen que nos creamos en la mente sobre el propio cuerpo, es decir, la forma en que lo vemos”. Percibimos nuestro cuerpo y el tamaño de este, pero además existe un aspecto emocional en la evaluación que hacemos, que es el modo en que nos sentimos con la imagen subjetiva que tenemos de nosotros mismos.
Existe un problema con la imagen corporal cuando hay una insatisfacción con la autoimagen, que proviene de la discrepancia entre el yo percibido (el que veo en el espejo cada vez que me miro) y el yo ideal (el que me gustaría tener).
Esta imagen corporal negativa (el descontento con nuestro físico) puede abarcar desde unos moderados sentimientos de falta de atractivo a una obsesión extrema, que perjudique el funcionamiento normal a nivel personal, de pareja, laboral y social en general.
Cómo se desarrolla el trastorno
La influencia más potente sobre la imagen corporal es la cultura (McCarthy, 1990). Los medios de comunicación (revistas de moda, anuncios, programas de televisión y películas) ofrecen “un continuo bombardeo de imágenes idealizadas de mujeres extremadamente delgadas”. Esto favorece la “glorificación de la delgadez” (Gilbert y Thompson, 1996) al equipararla con el atractivo, la felicidad, la categoría social y el éxito, mientras que al mismo tiempo relaciona la gordura con connotaciones negativas como la pereza, la fealdad y el fracaso (Rothblum, 1994). Así, el aspecto y, en particular la figura y el peso pasan a ser fundamentales para la autoevaluación. Sobre todo durante la adolescencia, cuando la principal tarea del desarrollo es el establecimiento de la identidad.
¿Quién es vulnerable?
El trastorno de la imagen corporal es superior en las mujeres occidentales blancas o caucásica (Altabe, 1998), pero debido a la globalización, los individuos de las culturas no occidentales están cada vez más expuestos a los ideales de Occidente. La poderosa influencia negativa de los medios de comunicación occidentales ha sido demostrada en varios estudios, entre los cuales se encuentra el realizado por Becker en el año 2002.
En otro estudio se demostró que una breve exposición a las imágenes de modelos delgadas que aparecen en las revistas produce diversos efectos negativos inmediatos, entre ellos una mayor preocupación por el peso, insatisfacción corporal y un estado de ánimo negativo. No obstante, esto incide más en unos individuos que en otros. Las personas que ya tienen insatisfacción corporal son más vulnerables, como lo son las personas que padecen trastornos alimentarios o tienen sobrepeso.
Aunque la obesidad está relacionada con una mala imagen física, su grado de severidad varía considerablemente y no está directamente relacionad con el grado de sobrepeso. Entre las personas que tienen sobrepeso, la imagen corporal negativa es superior entre:
– Las mujeres
– Los que fueron obesos de niños
– Los que tienen una historia de estigmatización (Myers y Rosen, 1999)
– Los que tienen trastornos de ingesta compulsiva (Eldredge y Agras, 1996)
– Los que tienen una baja autoestima
– Los perfeccionistas
– Los que sufren una inseguridad afectiva (personas que buscan amor y comprensión pero no se creen merecedoras de tenerlos)
¿Qué reduce el riesgo de desarrollar un trastorno corporal?
En un artículo de Choate (2005) se sugieren cinco clases de “factores protectores”:
Apoyo de la familia de origen
Las chicas que desarrollan afectos sólidos y reciben reacciones afirmadoras sobre su cuerpo por parte de sus padres tienden a desarrollar una satisfacción corporal. En especial, la formación materna sobre las conductas alimentarias era un pronosticador significativo de la imagen corporal de las chicas.
Satisfacción con el papel de género
Es útil reconocer los conflictos a los que se enfrentan las mujeres, en vez de interiorizar los papeles estereotipados, y desarrollar una forma más personal de alcanzar un sentido de identidad.
Concepto físico positivo de uno mismo
Las mujeres que participan en actividades atléticas tienden a tener una autoestima superior y una imagen corporal más positiva. Sin embargo, practicar deportes puede ser un factor de riesgo para los trastornos alimentarios, y algunas personas que tienen esos trastornos los practican en exceso.
Estrategias de afrontamiento
Tener un criterio propio sobre la valía personal y la belleza y saber diferenciarlas de la imagen que los medios de comunicación y la sociedad en general potencian, reducen el riesgo de desarrollar un trastorno de distorsión de la imagen. Las mujeres que son conscientes de los mensajes sociológicos relativos a peso y la figura pueden protegerse de sus efectos negativos. También son muy útiles las técnicas para tratar con el estrés (relajación, mindfulness, yoga, etc.)
Equilibrio y bienestar holísticos
Las mujeres que desarrollan todos los aspectos de sí mismas son menos vulnerables a las presiones culturales y tienen menor probabilidad de confiar en el peso y la imagen corporal para determinar su autoestima.
Myers et al. (2000) describen cinco tareas que contribuyen al bienestar:
AUTODIRECCIÓN EN LAS METAS DE LA VIDA
AMOR
ESPIRITUALIDAD
AMISTAD
TRABAJO/OCIO
Desarrollar todos estos ámbitos proporciona un equilibrio de experiencias positivas y una sensación de sentido, objetivo e identidad que ayudará a proteger al individuo frente a las presiones de estar delgado.