10 trucos para controlar el estrés
1. Identificarlo.
Un poco de adrenalina y presión a veces viene bien. Pero cuando hay demasiada presión, o ésta es constante y no desaparece al llegar a casa, tenemos que comenzar a comprender que quizá estamos altamente estresados. ¿Tenemos más dolores de cabeza de lo normal? ¿Estamos más irritables? ¿Tenemos la mandíbula o los hombros siempre tensos? Cada individuo es diferente y tiene que comenzar a conocerse a sí mismo para identificar los signos del estrés.
2. Identificar qué lo provoca.
A veces es obvio, pero otras no. El estrés llega porque la demanda de nuestro tiempo y atención es excesiva, estamos inmersos en demasiadas cosas o el trabajo nos desborda. Es conveniente entonces sopesar qué es más conveniente y rechazar el exceso de trabajo, compromisos o tareas. Nuestra salud nos lo agradecerá.
3. Aprender a relajarse.
Sí, suena obvio, sin embargo, mucha gente no dedica tiempo a aprender a relajarse, no es una prioridad. Pero lo cierto, es que las técnicas de relajación previenen y mejoran en gran medida el estrés. Si pensamos en el estrés como en el mercurio de un termómetro, vemos que tenemos que mantener ese nivel bajo y ¡no subir la temperatura! Técnicas como el yoga, el mindfulness, la meditación, un masaje o simplemente salir a correr, pueden ayudar a poner en orden nuestra mente y relajar nuestro cuerpo. Tomarte tiempo para descubrir qué te funciona a ti debería ser una prioridad.
4. Qué pensamientos te vienen a la mente cuando estás estresado.
Para que una situación resulte estresante, debe ser percibida como tal. Los pensamientos que tenemos sobre un acontecimiento son los que determinan que nos estresemos o no. Cuando te percates de que comienzas a estresarte, date un minuto para analizar qué te viene a la mente. A algunas personas les llegan pensamientos como “No puedo hacerlo” o “Si no lo consigo ahora me arriesgo a que me despidan”. Anótate estos pensamientos y vamos a trabajar sobre ellos (pasamos al punto 5).
5. Pon los pensamientos negativos a prueba.
Los pensamientos negativos nos llevan a emociones negativas, tales como la ansiedad, el mal humor o el enfado. No obstante, si los ponemos a prueba, la emoción asociada mejora. Por ejemplo, ante el pensamiento en cuestión, nos podemos preguntar: “¿No estaré exagerando?” “¿Qué probabilidad hay de que eso realmente ocurra?” “¿Qué es lo peor que puede ocurrir?” “¿Qué le diría yo a un amigo que se encuentra en esta misma situación?”. Tus pensamientos no son el reflejo real de lo que está ocurriendo. Intenta centrarte en pensamientos alternativos tales como “La próxima vez me esforzaré más” o “la perfección no existe”.
6. Identifica las imágenes negativas.
A veces, en situaciones estresantes lo que aparecen son imágenes negativas. Por ejemplo, nos vemos dando una presentación y poniéndonos muy nerviosos, comenzando a titubear. Tal y como ocurre con los pensamientos negativos, las imágenes negativas pueden llevarnos a emociones tales como la ansiedad y el mal humor o un poco de depresión. Nuevamente, apúntate cuáles son las imágenes negativas que te llegan y pasamos al punto 7.
7. Pon las imágenes negativas a prueba.
Una vez te has apuntado las imágenes negativas, vuelve a revivir las imágenes hasta que llegues a la peor parte. Llegados a este punto, intenta imaginar un resultado diferente, como realizando una presentación fantástica, con confianza plena. O intenta imaginarte completando el trabajo lo mejor que puedas, y llénate del sentimiento de satisfacción que ello te produce.
8. Toma las cosas de una en una.
Normalmente el estrés llega cuando la cantidad de trabajo nos desborda. Hay tal montaña de tareas, deberes, informes… que no sabemos por dónde empezar. Es cuando los árboles no nos dejan ver el bosque. Coge cada tarea, una a una e intenta priorizar. Apunta las cosas en una lista y pídele a alguien (tu pareja o colega) que te ayude a organizarlas. Verás como, con buena organización, el trabajo comienza a parecer menor.
9. ¡Reafírmate!
Cuando la gente está estresada, nuestros pensamientos se bloquean y olvidamos que somos personas con recursos. Dejamos de vernos como las personas resolutivas que somos. Recuérdate tus cualidades ¿Cuáles son tus puntos fuertes? Afirmaciones tales como “Ya he pasado por esta situación antes y me salió bien, por lo que no tiene porqué salir mal hoy”, o “Lo voy a hacer lo mejor que pueda, sin más”.
10. Busca apoyo
El estrés es una experiencia humana normal que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Hablarlo siempre es beneficioso, con un amigo o un familiar. Si crees que el estrés se está convirtiendo en la norma y no la excepción en tu vida, deberías considerar buscar ayuda profesional de un psicólogo. El apoyo es siempre la mejor solución.