El trastorno Obsesivo Compulsivo se define como un desorden con presencia de obsesiones de carácter recurrente. Dichas obsesiones provocan, no solo pérdidas de tiempo significativas, sino un deterioro de la actividad general o un malestar clínicamente significativo.
Las obsesiones, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales (DSM-IV) se definen como “ideas, pensamientos, impulsos o imágenes de carácter persistente que el individuo considera intrusas e inapropiadas y que provocan una ansiedad o malestar significativos”.
Estas obsesiones, llegan sin que ellos las puedan controlar, no obstante, son capaces de reconocer que son el producto de su mente y que no se corresponden con la realidad.
Las obsesiones más frecuentes son ideas recurrentes que versan sobre temas como la contaminación (p. ej., contraer una enfermedad al estrechar la mano de los demás), dudas repetitivas (p. ej., preguntarse a uno mismo si se ha realizado un acto en concreto, como haber atropellado a alguien con el coche o haber olvidado cerrar la puerta con llave), necesidad de disponer las cosas según un orden determinado (p. ej., intenso malestar ante objetos desordenados o asimétricos), etc.
El individuo que tiene obsesiones intenta con frecuencia ignorar o suprimir estos pensamientos o impulsos o bien neutralizarlos mediante otras ideas o actividades que conocemos con el nombre de compulsiones. Según el DSM-IV,“ Las compulsiones se definen como comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter recurrente, cuyo propósito es prevenir o aliviar la ansiedad o el malestar, pero no proporcionar placer o gratificación”.
En la mayoría de los casos la persona se siente impulsada a realizar la compulsión para reducir el malestar que lleva consigo una obsesión determinada o bien para prevenir algún acontecimiento o situación negativos.